Creencias limitantes a la hora de escribir

creencias limitantes

A veces las excusas que te pones son muchas más que las ganas que tienes de hacerlo. Muchas de estas excusas son, en realidad, creencias limitantes que te van robando poco a poco la motivación y la energía para ponerte manos a la obra. Estoy segura de que, mientras lees, te van cayendo algunas sobre las manos. En realidad, son muchas. Demasiadas. Pero hoy vengo a hablarte de las 5 creencias limitantes que más he escuchado y de las que más me han afectado a mí también.

 

¿Qué hace una creencia limitante contigo?

Una creencia limitante es aquella que te dice tu impostora, básicamente. La que te impide avanzar y tiene el efecto contrario al que te has propuesto: retroceder, volver a tu cueva. De este tipo de creencias existen tantas como personas hay, pero creo que entre las escritoras se repiten una y otra vez las mismas. O casi las mismas.

Y todas ellas suelen llevar la misma voz que nuestra impostora. Qué curioso, ¿no?

La lucha que tenemos con nuestras creencias limitantes es constante, eso está claro. La mejor forma de trabajar con ellas es plantarles cara, decirles cuatro cosas bien dichas y seguir trabajando como nosotras queremos. Para eso, por supuesto, ayuda un poquito entrenar la mente para que cuando aparezca la voz, podamos escucharla, aceptar lo que dice y confesar que piensas diferente.

Pero no te engañes: las escritoras con más experiencia que tú también tienen a su impostora y sus creencias limitantes que intentan robarle la motivación cada vez que pueden.

Sobre impostoras te recomiendo este libro fantástico de Neus Arqués que yo escuché en audiolibro a través de Nextory hace unas semanas. Aquí te dejo el enlace a Amazon*: Impostoras y estupendas: Para que los demás vean tu talento, primero tienes que verlo tú.

Pero ahora, vamos a lo que tú has venido a leer aquí. Las 5 creencias limitantes que más nos afectan como escritoras.

 

No tengo tiempo

Esta es la creencia número 1. De hecho, yo misma creí que no lo tenía durante muchos años. Hasta que me convertí en mamá en el 2021.

Comenzamos con la premisa de que tienes un trabajo nutricional a tiempo completo. Es el que te paga las facturas, te da de comer y te permite pagar un techo bajo el que dormir. Está claro que lo necesitas. Todavía. Pero, claro, tenerlo también significa que no tienes tanto tiempo para dedicarte a escribir o a todo lo que la escritura conlleva.

Mi consejo para esta creencia limitante: prioriza.

¡Parece sencillo, pero no lo es!

Priorizar es lo más importante en este caso. Si trabajas 40 horas a la semana y tienes que ocuparte de tu hogar y, además, escribir (y esto en caso de que no tengas una familia propia), está claro que no llegarás a todo. Las horas son las que son y no podemos hacer magia para multiplicarlas. De seguro te estarás agobiando, además, con todo lo que tienes que hacer como escritora: estar en redes sociales, crear contenido de calidad, llevar un blog, diseñar tu web, interactuar con otras escritoras. Al final, escribir es lo que menos haces. Y, sin embargo, debería de ser la tarea más importante.

En realidad, sí tienes el tiempo que necesitas para escribir. Pero no puedes utilizarlo de forma productiva sin una buena organización y planificación. Encuentra el método que se adecue a ti para planificar y trabaja las tareas de una en una y por bloques de tiempo. Cuando te pongas a ellas, elimina el ruido de fuera: llamadas, mensajes, redes sociales y cualquier cosa que te distraiga. Identifica el tiempo muerto que tienes en tu día y utilízalo de forma inteligente.

Y recuerda dejar siempre tiempo para descansar.

 

No tengo nada que decir

Decirte cuántas veces he escuchado esto me pone un poco triste. Esta creencia viene acompañada de la pregunta: Pero ¿quién va a querer leerme a mí?

Yo soy de la firme creencia que todos tenemos algo que decir. Algo que te hace ser tú misma y que te ha hecho dedicarte a lo que te dedicas. O a ser la que eres, vamos.

Está claro que no todos sabemos contarlo del mismo modo. A veces lo hacemos bien y otras, mal. Pero eso no significa que no tengas nada que decir. Además, si no comienzas a decirlo, ¿cómo vas a saber si hay alguien que tenga interés en lo que cuentas?

Mi consejo para esta creencia limitante: ¡hazlo! Habla sobre lo que quieras hablar, empieza, hazlo. Una vez comiences siempre podrás mejorar, optimizar y encontrar otras cosas que decir.

Te pongo mi ejemplo: he empezado con este blog cuatro veces (la primera en el 2017) y recién este año encontré mi verdadero foco. Siempre he tenido cosas que decir, solo que no sabía cómo hacerlo ni a quién dirigirme.

Esta creencia es uno de los ruidos de fuera que deberías eliminar para ponerte a escribir. Creer que no tienes nada que decir es el freno que necesita tu mente para no intentarlo. Y, quién sabe, a lo mejor se nos está escapando así una próxima genia de la literatura contemporánea.

Aquí te dejo una tarea: haz una lista de temas de los que podrías hablar en un blog, por ejemplo. O temas que te interesen sobre los que podrías escribir un libro. No te pongas límites y en este caso, ninguna idea es tonta, infantil o desechable. ¡Todas cuentan! Deja volar tu imaginación y anota cualquier cosa que se te pase por la cabeza.

¿Has encontrado qué decir?

tener talento

 

Escribir solo pueden los que tienen talento

¡Por favor, no! No dejes que tu energía y motivación se vean mermadas por esta creencia.

Sí, tener talento para escribir ayuda en muchos sentidos. Hace de tus textos verdaderas obras de arte. Pero, la realidad es que no te sirve de nada tener talento para escribir si no sabes organizarte y encontrar el tiempo para hacerlo. Si no escribes libros, ¿qué más da el talento?

Escribir es un hábito que deberías de transformar en rutina. Puede ser una rutina diaria o una que solo tengas algunos días a la semana. Pero lo importante en este apartado es que escribir es un hábito. Y se mejora escribiendo mucho y leyendo todavía más. No dejes que una creencia como esta te limite y te corte las alas.

Yo soy de las que cree que todos nacemos con talentos infinitos, solo tenemos que encontrar aquellos que más nos gusten y nos diviertan y potenciarlos. Hacer cosas que nos gusten, aunque no seamos buenos al principio y prevalecer para mejorar es también un talento, ¿no?

Mi consejo para esta creencia limitante: si tu impostora viene a decirte que no tienes talento para escribir, plántale cara. Y a cualquier persona de carne y hueso que te lo diga, también. A lo mejor no lo tienes, ¿y qué? Yo tampoco creo tener un talento innato para escribir, pero lo que sí tengo son muchas ganas de hacerlo, de aprender y de sacar la mejor versión de cada una de mis historias. Y, además, me gusta mucho el trabajo duro pero consciente y hacer cosas porque yo las quiero.

 

De escribir no podré vivir

A ver, si piensas que necesitas ganar la misma cifra anual que JK Rowling para poder vivir de la escritura, entonces muy probablemente no podrás vivir de ello. El mercado anglosajón y el hispanohablante, además, son muy distintos.

Pero si eres de las que se conforma con mucho menos dinero y lo que te motiva es la pasión por escribir, el vivir siendo tu propia jefa y hacer lo que de verdad te gusta, entonces sí que puedes. Con trabajo duro y perseverancia. Sobre todo, con lo segundo.

Te aviso desde ya: no va a ser un camino fácil, eso de seguro. Yo misma todavía lo estoy recorriendo, así que no puedo decirte que lo he conseguido. Pero creo que el mejor consejo que puedo darte ante esta creencia limitante es que no te des por vencida. Plantéate objetivos concretos y reales que puedas alcanzar a corto, medio y largo plazo y divide tu tiempo de forma consciente para trabajar en ellos. Suena a mucho trabajo eso de planificar, pero una hora que le dedicas a la planificación se traduce en cinco horas de trabajo eficiente.

No tienes que trabajar 20 horas al día para ver resultados. Pero tampoco creas que será un camino de rosas y que venderás mil ejemplares de tu primer libro sentada frente a la playa y sin hacer nada.

Hay bastantes ejemplos de escritores que viven de la escritura. Búscalos, conócelos y déjate inspirar por ellos. Transforma tu creencia de que no podrás vivir de ello en algo que te motive a demostrar lo contrario.

 

Todas las historias ya están contadas

Yo creo que esto sí que es cierto. Todas las historias ya están contadas. Lo que no significa que tenga que ser una creencia limitante para ti. Casi con total certeza siempre encontrarás a alguien que te diga que tu libro le recuerda a otro. El que tu historia recuerde a otra no tiene por qué ser nada malo. Al contrario. Yo me lo tomaría como un cumplido. Puede incluso que, de esta manera, estés ayudando a tu lectora a que recuerde tu historia después de un tiempo.

Si tu reacción a semejante comparación es dejar de escribir por completo, entonces déjame decirte que pocas cosas podrás hacer en esta vida. Mi objetivo no es desmotivarte, al contrario.

Mi consejo para esta creencia limitante: transforma el pensamiento de que lo que estás haciendo está mal porque alguien antes ya lo ha hecho, en motivación para seguir intentándolo. Todas las escritoras estamos influenciadas por la pluma de otras. ¡Es completamente normal! Es el fruto de todo lo que leemos y absorbemos, de lo que aprendemos y ponemos en práctica.

Respira hondo. Suelta el aire de forma lenta. Dile a esta creencia que no hay nada de malo en contar algo que otra persona ya haya contado. Intenta, en ese caso, darle un giro de tuerca. Cambiar el punto de vista, buscar algún hueco que haga la historia mágica y especial. Si hay alguien que pueda conseguirlo, esa eres tú.

 

¿Podrás algún día vivir sin creencias limitantes? Spoiler: no

Pero lo que sí puedes hacer es luchar contra ellas y convencerte de que eres una escritora talentosa que tiene mucho que decir (que es la verdad y nada más que la verdad). El problema de las creencias limitantes es que suelen venir de la mano de nuestras impostoras, por lo que es muy difícil deshacerse de ellas. Además, sobre todo en las profesiones artísticas, contamos también con las creencias sociales de que dedicarse a escribir, pintar, ilustrar o a la música entre otras no es una profesión de verdad.

Estoy segura de que el día que se derriben estas creencias sociales también desaparecerán las limitantes.

Hasta entonces solo te queda seguir trabajando y dar cada día lo mejor de ti misma. ¡Ah! Y decirle a tu impostora que eres tú quien tiene razón y no ella, ya sabes.

 

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2 comentarios

  1. Cuanta razón tienes con este post. Las creencias limitantes son una piedra de peso pesado en el camino hacia la consecución de cualquier objetivo. Si crees que puedes podrás. Primero creer, segundo trabajar, disciplina, constancia y planificación, como bien nos has comentado en otros post, son parte de la clave para acercarnos al tan ansiado sueño.
    Leerte me ayuda mucho porque tengo cientos de creencias limitantes y tus textos me motivan a trabajar en superarlos.

    1. Muchísimas gracias por tu comentario. A veces siempre ayuda hablar con nuestras creencias limitantes. Son nuestras enemigas, pero a veces dejan de molestarnos si ponemos los puntos sobre las íes 🙂

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